Durante tres semanas seguidas llegó a la oficina con su paraguas en la mano. A menudo tenía que escuchar la misma pregunta: "¡Muchacho! ¿Qué haces con esa sombrilla? ¿No ves que estamos en tiempo de sequía?". A lo que él respondía: "Estamos en el mes de mayo. Uno no sabe cuándo puede llover". Su respuesta provocaba la risa de sus compañeros. Un día decidió estrenar los zapatos nuevos que su novia le había regalado para su cumpleaños, se puso su mejor camisa y planchó los pantalones domingueros para ir al trabajo bien bonito, porque ese día saldría a almorzar con su novia. Miró receloso al paraguas y pensó: "Ese viejo paraguas no combina con mi elegancia, mejor lo dejo. Además, estamos en tiempo de sequía". Aquel día llovió a cántaros, llegó al trabajo empapado de pies a cabeza. Nada respondía cada vez que uno de sus compañeros le preguntaba: "¡Bárbaro! ¿Cómo se te ocurre andar sin paraguas en el mes de mayo?".
lunes, 29 de junio de 2015
Fin de la sequía. (Microcuento)
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