domingo, 17 de septiembre de 2017

El maestro cruzacalles.

Esperó de pie en la esquina hasta que el semáforo cambió y los autos se detuvieron. Cruzó despacio la avenida caminando encima de las líneas que marcan el cruce de peatones, a su paso iba señalando a los conductores que debían respetar ese espacio diseñado para los transeúntes y llegaba al extremo de golpear con su regla el bonete del coche que encontraba infringiendo la ley al obstaculizar el paso peatonal. Arribó tranquilamente a la otra acera y al subir a la misma dio media vuelta y volvió a esperar a que el semáforo cambiara. El ruido de los carros al arrancar, el silbato del agente policial, venduteros, transeúntes… Nada parecía alterar los pensamientos profundos evocados por el anciano maestro que, ahora pensionado, insistía en educar a la gente de su nación a cualquier costo. Nuevos conductores a quienes educar, la misma avenida, la misma esquina. La luz roja indicó el alto a los choferes y una vez más, esgrimiendo su vieja regla con firmeza,  cruzó la avenida dispuesto a enseñar a sus conciudadanos que deben respetar el paso peatonal.

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