miércoles, 4 de septiembre de 2013

El Teatro a los pies de Cristo.

El poderoso imperio romano dominaba absolutamente todo en las regiones aledañas a Judea. Los tributos que debían pagar los judíos al César (Mateo 22:16-21) mantenían oprimidos a los hombres y mujeres menos privilegiados de toda esa región y por si fuera poco tenían la Ley de Moisés, interpretada a su manera por los fariseos (Mateo 23:2-4) y saduceos que representaban la supuesta teocracia que caracterizaba la forma de vivir de los descendientes de Abraham. Herodes, rey de Judea en tiempos del nacimiento de Jesús (Mateo 2:1), impuesto por los romanos al pueblo israelí, provenía del linaje de los edomitas, descendientes de Esaú, razón suficiente para que el pueblo judío considerara una ignominia el hecho que un extranjero fuera su rey. Sumado a la matanza de niños inocentes que Herodes había llevado a cabo en procura de matar a Jesús (Mateo 2:16)… era más de lo que un pueblo tan orgulloso como Israel podía soportar: Más de seis décadas de dominio romano; un procurador, Poncio Pilato, al servicio del imperio y sobre quien reposaba la ejecución de las leyes; hambre, plagas y el desconsuelo de un pueblo que veía cada día como sus esperanzas se perdían en el vacío de aquel panorama tan desolador.

Así se mostraba el ámbito donde Jesús nació, creció y, ya de adulto, puso en marcha su ministerio de predicación del evangelio acerca del reino de Dios. Era de esperarse que muchos, al escuchar acerca de la llegada del Mesías, pensaran que serían librados del yugo romano, que todas las cosas cambiarían de repente y encontrarían reconciliación con el Dios de sus antepasados. Muertos fueron resucitados, paralíticos se ponían de pie y caminaban, leprosos eran sanados, ciegos que veían, demonios expulsados y la multitud que seguía al Salvador (Lucas 7:21-22; Juan 6:2). Una multitud tan grande que preocupaba excesivamente a los principales de las iglesias que controlaban la religiosidad impuesta     al pueblo en el nombre de Dios. Aquellos milagros fueron muestras de misericordia del Mesías. No eran las señales que pedía la generación adúltera de fariseos y saduceos (Mateo 16:4), tampoco una necesidad del Señor por mostrar su poder. Aquellos milagros manifestaban el amor de Dios para con sus hijos, la salvación dada por gracia a todo aquel que reconocía en Jesús al cordero de Dios que profetizaban las escrituras (Isaías 53:7) y se rendían ante sus pies como muestra de adoración. Una muestra indeleble del amor de Dios.

Hoy en día, más de dos mil años después de la llegada del Mesías, quedan criaturas en el mundo a quienes no ha llegado el anuncio de las Buenas Nuevas, aún quedan personas que no han tenido la oportunidad de conocer a Jesús resucitado e ignoran el sacrificio de su sangre derramada en la cruz para inutilizar cualquier sacrificio posterior, porque todo quedó consumado en la cruz del calvario (Juan 19:30). La gran comisión nos fue encomendada (Mateo 28:18-20), los que conocemos el amor de Cristo para su pueblo sabemos que sigue siendo una muestra de su amor el concederles a todos los que en él creen, la oportunidad de alcanzar la salvación mediante el perdón de los pecados y la seguridad de la vida eterna (Juan 3:15-16 y 36).

La dramaturga y actriz dominicana Soraya Guillén ha puesto su talento a las órdenes del Creador. Llevará, entre el 12 y el 15 de septiembre, el poder de la predicación al Teatro Monina Solá. Serán cuatro funciones en días seguidos que dejarán plasmadas huellas en los espectadores de cada una de ellas, porque la palabra de Dios nunca regresa vacía de ningún lugar a donde es dirigida. La hora convenida es las 7:00 PM, usted tiene una cita especial con la palabra de Dios en la obra teatral: "Hoy he tocado su manto", de Soraya Guillén. Los milagros de Cristo nunca se han detenido, es asunto nuestro que toda criatura se entere del camino que conduce a la única verdad que tiene esta vida… el amor del Creador.

 

Temas relacionados: Escudo y adarga; verdad de Dios; Hoy he tocado su manto; Yo soy la zarza; Ruth la moabita; ¿En verdad existe Dios?; Una mujer llamada Esther; Dominicanos, el pueblo de Dios.

 

 

 

sábado, 17 de agosto de 2013

Inspiraciones de la Luna.

Había sido un largo recorrido el de aquella noche, cumplía cuatro mil trescientos millones de años desde que orbitaba el sistema solar, por eso quería celebrar. Acuatizó en el centro del golfo de México, era un precioso rayo de Luna… un rayo que de ella salía. Se sintió traviesa al pasar por las Antillas Holandesas, compró unos aretes europeos en Curazao y se hizo tejer trenzas en Aruba. Estaba tan contenta de ser la Luna. Ser satélite de la Tierra tenía sus ventajas, muchas ventajas. Si hubiera contado los suspiros enamorados que a ella, durante siglos y siglos, la humanidad  le dedicaba… habría podido llenar la Vía Láctea de tanto suspirar. “No soy coleccionista de suspiros”, repetía una y otra vez, “prefiero las canciones escritas para mí”. Eran sus frases favoritas, aquellas que gritaban a los astros que ella era la Luna, la que  inspiraba poetas, la que arrancaba suspiros, la que movía las olas del mar a su antojo y encendía en los hombres nuevos bríos.

Celebraba su cumpleaños al estilo caribeño: en Jamaica bailó la música que caminaba en la noche y escuchó acordes que invitaban a caminar sobre ella… Caminar sobre la Luna; iluminó los yacimientos petroleros de Trinidad y Tobago; y  en San Martín, a más de uno dejó asombrado con su cadencioso vaivén. Sí, la estaba pasando bien. Se detuvo en Puerto Rico, en el Viejo San Juan, donde presenció una propuesta de amor bajo la luna llena, que sonrojó sus mejillas. Vio en el Morro a un viejo amigo, se trataba de un poeta que hacía años había conocido. Mirando a sus pupilas preguntó: “dime poeta ¿No quieres hablar conmigo?”. El poeta borinqueño la miraba como pareciendo descubrir sus intenciones, “¡Ah! Pero si es la Luna rompecorazones”. Luna sonrió divertida, le gustaba ser calificada, aunque fuera injustamente, al menos sabía que no podía ser ignorada. “No fui yo la culpable de tus desventuras, recuerda amigo poeta, yo tan solo soy la Luna”. “Dijiste que ella me amaba”, replicó el poeta borinqueño. “y de verdad te amaba, eras el hombre de sus sueños… pero aquel galán llegó a su vida cargado de lujos y dinero… Fue una noche de ronda. No, esta noche no he de hablar de tristes devaneos… adiós poeta, hasta luego”. Y se alejó contemplando su reflejo en el Atlántico… admirando su propia hermosura. Se preguntaba “¿Hasta cuándo habrán los hombres de decir: Luna, dime tú si ella me quiere?”. Puerto Plata, novia del Atlántico, exhibía las blancas arenas de Sosúa, sobre las cuales, un turista italiano meditaba sobre los enigmas de la Luna. El malecón de La Habana le trajo tantos recuerdos que no pudo evitar posarse en su orilla con deseos de soñar. Un poeta habanero la miró a lo lejos y le expresó: “Dime, encantadora Luna ¿Llegaré a ser algún día tan grande como Martí?”. "Pobres soñadores", pensó la Luna, "no saben que en la Tierra no hay grandeza alguna, que son fútiles sus deseos y vanas sus ilusiones y que el amor no se obtiene deshojando flores". “Serás tan grande como tus sueños, tan grande como a otros puedas servir… la grandeza, poeta, reside dentro de ti”. Se alejó bailando entre las nubes y perdió sus aretes en el fondo del mar.
 El merengue dominicano hacía estremecer las olas del mar Caribe y alborotaba el viento. Un poeta quisqueyano danzaba entusiasmado y entonaba canciones en el malecón de Santo Domingo: “La Luna ya no es la novia del poeta…”. La Luna paseaba de un lado a otro, a veces cantaba, otras veces bailaba, pero el poeta quisqueyano no la miraba. Preguntó, casi indignada: “¿Qué te traes dominicano? ¿Acaso no ves que el mar Caribe está asombrado de mi belleza…? Dime, ¿Por qué me has ignorado?”. El poeta quisqueyano detuvo su baile para contestar: “Querida Luna, no tengo tiempo para platicar”. La Luna no podía creer lo que escuchaba. “¿Acaso no sabes que soy la musa inspiradora de suspiros y estrofas enamoradas?”. El poeta respondió: “y yo soy el dueño de la brisa y del mar Caribe entero, soy el dueño de la playa y de mi tierra que tanto quiero”. La Luna pasó de la indignación al asombro, miró desconcertada como aquel poeta quisqueyano bailaba y bailaba mientras la ignoraba. “Poeta, ¿Podría bailar contigo?”, tímidamente preguntó la Luna. El dominicano tendió su mano y estrechó la cintura de la Luna. Bailaron toda la noche, siguieron bailando hasta la madrugada. Se despidieron con la promesa de volver a bailar, pero aquello nunca sucedió. Había sido la despedida de soltero del poeta quisqueyano y la noche siguiente encontró al poeta estrechando otras manos y sintiéndose enamorado… su vida era afortunada en los brazos de su amada. Luna sigue visitando el mar Caribe, sigue creyendo ser la dueña de los suspiros y la provocadora de los bríos, pero nunca olvidó al poeta quisqueyano. Cada cumpleaños suyo lo celebra cantando boleros y merengues… danzando sola, danzando sobre el Jaragua.    

viernes, 16 de agosto de 2013

El conquistador del cielo.

Lo meditó un par de días, tres o cuatro ¡No lo sé! Supo que no esperaría que el tiempo decidiera por él, solo se fue. Tomó la mochila en que algunas veces transportó las cosas más importantes de su vida y empacó algunos "amigos"para el viaje: un libro, unos papeles y un puñado de recuerdos de esos que llaman fotografías. Su  objetivo sería conquistar el cielo aquella tarde, hablaría con las nubes y les confesaría sus más íntimos secretos… sus amores, sus alegrías, sus ilusiones y pasiones. Ellas entenderían, se decía, ¿Para que sirven las nubes sino para escuchar secretos que nadie más sabía? El tiempo fue su aliado pues no sintió que pasaba, simplemente allí estaba. No sintió sorpresa ante la espectacular imagen que sus ojos contemplaban, sentía que todo aquello ya le pertenecía… el tiempo, el viento, las nubes, la vida… Todo le pertenecía.

Escuchó murmullos que a su espalda preguntaban acerca del intruso que llegaba. Sin pretender ignorarlos tomó el sillón que las aves prepararon con delicadeza para el recién llegado y se dispuso a narrar entre versos y prosas todos los acontecimientos que habían ocurrido desde su último encuentro. Se dio cuenta que no le recordaban, pero no leimportó, siguió narrando pausadamente y observó como todo cambiaba a su alrededor. Lo estaba consiguiendo. Sintió que encajaba perfectamente con la nada y el vacío cuando les dijo: "Todo esto es mío".

La noche llegó callada y se sentó a su lado, a ella le contó sobre sus momentos más apasionados. Logró que la luna se ruborizara y que más de una estrella suspirara al escuchar sus aventuras pasadas. El tiempo volvió a ser su aliado.

Por momentos pensó que la despedida había tomado vacaciones, más se equivocaba. Lo esperaba a la puerta sintiéndose culpable del trabajo que, antes de aquel momento, con indiferencia realizaba. Él le otorgó una mirada compasiva y se puso de pie. No quería hacerla sentir como una intrusa usurpadora de la dicha que le embargaba, saldría con la misma gallardía con la que había llegado.

Lágrimas y sonrisas adornaron su partida. Les prometió a todos que volvería ¿Cuándo? Eso no lo sabía. Pero volvería.

A nadie contó que aquel fue el día, la tarde y la noche, que el cielo fue por él conquistado.

Simplemente los deseos.


Simplemente los deseos que no hablan por no sentir que predicen lo contrario a sus anhelos.

Permanecen en silencio esperando que la brisa, los minutos y la vida le ofrezcan consuelo.
Sonrisa inocente que penetra la distancia y llega al oído del destino.
Suspiro extraviado que desanda caminos que en otros tiempos fueron conocidos.
Solamente los deseos que nada dicen pues no importa si piensan, si se quedan, si no existen.
Nadie les preguntará si llevan miel o sal, si tienen frío o calor... si de verdad han conocido el amor.
Nadie inventará sorpresas transformadas en globos de fiestas solo para decirles que esta es una vida cierta.
Seguirán callados viviendo un idilio permanente con la vida.
Permanecerán en silencio deseando que nada de lo que sienten es mentira.
Simplemente los deseos de la vida.

martes, 16 de julio de 2013

Pa' Santo Domingo.


Anoche tuve un sueño ¡Pero que sueño tan lindo!

Si usted lo viera, pero que sueño tan lindo.

Soñé que yo me encontraba paseando en Santo Domingo. Si usted lo viera, pero que sueño tan lindo.

Cogí por el malecón y llegué hasta el obelisco. Me fui para el faro a Colón y a la estatua de Montesinos.

Si usted lo viera, pero que sueño tan lindo.

Llegué a la Puerta del Conde, por la Mella yo subí. En el mercado Modelo me puse a cantar así:

Ya yo no quiero más Nueva York, en Santo Domingo me quedo yo.

Ya yo no quiero vivir así, fue en Santo Domingo donde yo nací.

Para Villa Consuelo, para Villa Juana, la Fe y San Carlos… para mis panas.

Para Matahambre, para Cristo Rey… La Paz y Honduras ¡Ahí yo me crié!

Ya yo no quiero más Nueva York, en Santo Domingo me quedo yo.

Ya yo no quiero vivir así. Fue en Santo Domingo donde yo nací.

Voy para Herrera, para Villa Francisca, para los Praditos, voy para Boca Chica.

Para los Minas, me voy para Gualey… de Santo Domingo yo no volveré.
Pa’ Santo Domingo.
¡Jesucristo es el camino, la verdad y la vida!

Se acabó.


Para un laberinto me enviaron, pues no sabían quien era yo.

Me torturaron, me encadenaron… El enemigo me recibió.

Se acabó. Se acabó. Se acabó.

Entre demonios, entre cadenas, buscaba solo sobrevivir. Había un diablito que repetía: “De aquí tú nunca vas a salir”.

Se acabó. Se acabó. Se acabó.

Opuse tanta resistencia que el laberinto de mi se cansó.

Cuando sentía flaquear mis fuerzas sentí en mi pecho la gracia de Dios.

Tanto martirio, vicisitudes, fue mi pasado, lo sabe Dios.

Hoy es distinto, estoy tranquilo. La pesadilla se acabó.

Se acabó. Se acabó. Se acabó.

El laberinto pasó al olvido, el viejo hombre ha quedado atrás.

Jesucristo es el camino, es la vida y la verdad.

Se acabó. Se acabó. Se acabó.


Tus ojos.


                                                                                      Tus ojos cariño, ¡Que bellos son tus ojos! pretendes ocultarlo pero ellos dicen todo.

Me dicen que me quieres, que quieres estar conmigo. Tus ojos hablan de amor y quieren ser sólo míos.


Tus ojos cariño, que hermosos son tus ojos... aunque quedes en silencio, siempre dicen todo.

 

Me han contado que no duermes cuando estás pensando en mí... y que sólo si me miras eres del todo feliz.

Me piden que me cuide, porque no quieren llorar… y me dicen que me quieres, que me quieres de verdad.

Tus ojos cariño, preciosos son tus ojos... tú no quieres, yo lo sé, pero ellos dicen todo.

Tus pupilas luminosas, dignas de ser exhibidas, me han contado entre sonrisas que por mí darías la vida.
Tus ojos cariño, que hermosos son tus ojos... aunque quedes en silencio, siempre dicen todo.

Hice magia para ti.

Hice magia para ti, te hice nueva. Tomé agua, agua bendita y quité de ti la sal, quité de ti la arena. Con mis manos lavé tu cara y desenredé tu pelo, con esponja suave y delicada lavé tus hombros, tu cuello, con enjuagues que semejaban caricias, dulces caricias. Hice magia para ti, te hice nueva.

Tus pies tomé entre mis dedos con tanta suavidad como hice con tu pelo. lavé tus piernas, tus rodillas, perfumé tu cuerpo entero.

Te mostré de la vida los placeres que antes no habías conocido, tus propios labios lo confesaron a mis oídos. Me hice amigo de tus amigos y a tus enemigos los hice míos. Te saqué de la tierra, te llevé al cielo, mostrarte los astros y el universo fue tan sólo un juego. Sí, hice magia para ti, te hice nueva.

Te llevé al lugar más alto que habías soñado sin dejarte mirar siquiera los espinos que de tus rosas había arrancado y sin querer volver a sermago, para ti lo fui. transformándote en joya, cuan alquimista entregado, para que fueras joya de soberbia belleza que me perteneciera,¡Mago ingenuo era!. más que reina, más que diosa, más que todo. Hice magia para ti, te hice nueva.

Soñé con disfrutar eternamente tus deleites, los mismos que para ti había creado, quize beber tu sudor, bañarme en tu fuente, acariciar tu pelo delicado y sumergirme en tus poros perfumados. Entonces vi tu trono, todos te admiraban, entonces vi tu altar como si viera la nada. Eran tus sueños, no los míos. Para ti los había creado. Leí tus labios, me perdía en tus ojos, estaba claro… me habías olvidado. Desde entonces nunca más he vuelto a ser mago.

miércoles, 10 de abril de 2013

Merengue: identidad musical dominicana.

El merengue es la identidad musical del pueblo dominicano. También es parte muy íntima y personal de mi gusto musical… No lo puedo negar. De pequeño escuchaba varios géneros musicales pero solamente el merengue provocaba que interrumpiera cualquier cosa para ponerme a bailar. Cuco Valoy, Cheché Abreu, Joseíto Mateo, Félix del Rosario, Wilfrido Vargas, Andrés de Jesús, Luis Ovalles, Dioni Fernández, Rasputín, entre muchos otros merengueros, han impregnado mi existencia de sabor musical indeleble. Sin embargo fue Johnny Ventura quien logró principalmente que mi atención se centrara hacia el merengue en primer lugar desplazando a los otros géneros musicales a un segundo plano dentro de mis gustos personales. En la época de los años ochenta, el merengue recibió una inyección de sangre nueva que transformó toda la geografía nacional en una sola fiesta merenguera. Hasta entonces las emisoras de radio tocaban todos los géneros. El impulso del merengue obligó a los productores radiales a crear emisoras exclusivamente para merengueros, algunas combinaban este ritmo con otros géneros tropicales como la salsa, la lambada o la cumbia, pero ninguno podía compararse con el merengue. Las orquestas que impusieron nuevos estilos y fusiones dentro del ámbito merenguero competían cerradamente con los combos tradicionales. Bonny Cepeda, Koqui Acosta, los Kenton, Jochy Hernández, Aramis Camilo, la Orquesta Joven, Sergio Vargas, Peter Cruz, Álex Bueno, Carlos David, Ray Polanco, los hermanos Rosario, Sandy Reyes, Fernandito Villalona, Ruby Pérez, la Familia Andrés, y varias otras orquestas, tenían como característica principal que sus integrantes eran gente joven, dispuesta a experimentar nuevas fusiones, y sobre todo porque se apoyaron en el merengue romántico, suave y melodioso. Eran todos buenos, pero mi favorito era Ramón Orlando Valoy y su Orquesta Internacional. Ahí se pararon las aguas.

Si tengo que resumir lo que más me gusta del merengue sería sencillo: los Rosario, Toño y Rafa; Fernando Villalona; y Wilfrido Vargas. Pero los dos primeros lugares son definitivamente para Johnny Ventura y Ramón Orlando Valoy. Sin ellos dos mi biblioteca musical no está completa.

lunes, 18 de marzo de 2013

La música: el amor de mi madre.

Estoy seguro de que ya escuchaba música desde el vientre de mi madre, es decir, desde antes de nacer. Sí, porque mi madre gustaba de ponerse a cantar mientras hacía los quehaceres del hogar. Ella nunca apagaba su radio. Mi madre tenía bonita voz y entonaba bien las canciones de aquellos tiempos. Ella fue mi primera influencia musical. La cocina de mi casa era inmensa, yo solía estar cerca de mami y ella cocinaba e iba diciéndome los nombres de las canciones que sonaban en la radio, así como los nombres de sus respectivos intérpretes. Nino Bravo, Adamo, Camilo Sesto, José Luis Rodríguez, Rafael, Julio Iglesias… a ella le encantaba la música romántica. Gracias a Jehová que compartió ese gusto conmigo.

Crecí compartiendo mis gustos musicales con mami, ella también me enseñó mucho de lo que a ella le gustaba en tiempos de su juventud. Me hablaba del bolero y de las baladas románticas, yo compartía con ella los merengues de moda y las canciones nuevas en ritmo de salsa. Un día ella me contó de cómo bailaba "El muñeco," de Ismael Rivera y Cortijo, ¡quedé divertidamente sorprendido! Cuando uno es chiquito no imagina que su madre bailaba música tan movida unos años antes de que uno naciera. Lo mejor de aquello fue que yo también era loco con la música de Ismael Rivera. Aquel día mami me dio cátedra de las canciones del Sonero Mayor, como le decían a Rivera. Otro día me contó de sus tiempos bailando Twist y rock and roll. Entonces yo ignoraba que las canciones de Elvis Presley habían sido tan conocidas en el Santo Domingo de los años sesenta. Yo escuchaba con gusto los relatos de mami. Aprendí mucho de ella.

Fuimos cómplices con la música de Johnny Ventura, y luego con la de Ramón Orlando. Hablábamos de música todo el tiempo.

Fue por mami, para ella, que escribí mi primer cuaderno de poesías. A ella también le escribí varias de mis canciones. Me escuchaba cantar atentamente, ¡cómo le gustaba oírme cantar!. Muchas veces yo pensaba que ella estaba distraída y al rato me preguntaba sobre la canción que yo había estado cantando. Se complacía en ver en mí la continuación de su amor por cantar… su amor por la música. 

 

lunes, 18 de febrero de 2013

Vive plenamente.


Cuando las promesas y los sueños no son suficientes…  siempre tendrás la vida para vivirla plenamente.

Cuando sientas que en la vida nadie te comprende… regala tu comprensión a toda la gente que en tu vida esté presente.

Cuando te sientas vulnerable y a merced de tus propios sentimientos… recuerda que ser sensible es un don que también te ha regalado maravillosos momentos.

La vida no es el mañana, tampoco es el ayer… la vida es hoy.

Es tiempo de vivir… así que vive intensa, sana y plenamente.

Ismael De La Cruz.

¡Jesucristo es el camino, la verdad y la vida!