viernes, 16 de agosto de 2013

El conquistador del cielo.

Lo meditó un par de días, tres o cuatro ¡No lo sé! Supo que no esperaría que el tiempo decidiera por él, solo se fue. Tomó la mochila en que algunas veces transportó las cosas más importantes de su vida y empacó algunos "amigos"para el viaje: un libro, unos papeles y un puñado de recuerdos de esos que llaman fotografías. Su  objetivo sería conquistar el cielo aquella tarde, hablaría con las nubes y les confesaría sus más íntimos secretos… sus amores, sus alegrías, sus ilusiones y pasiones. Ellas entenderían, se decía, ¿Para que sirven las nubes sino para escuchar secretos que nadie más sabía? El tiempo fue su aliado pues no sintió que pasaba, simplemente allí estaba. No sintió sorpresa ante la espectacular imagen que sus ojos contemplaban, sentía que todo aquello ya le pertenecía… el tiempo, el viento, las nubes, la vida… Todo le pertenecía.

Escuchó murmullos que a su espalda preguntaban acerca del intruso que llegaba. Sin pretender ignorarlos tomó el sillón que las aves prepararon con delicadeza para el recién llegado y se dispuso a narrar entre versos y prosas todos los acontecimientos que habían ocurrido desde su último encuentro. Se dio cuenta que no le recordaban, pero no leimportó, siguió narrando pausadamente y observó como todo cambiaba a su alrededor. Lo estaba consiguiendo. Sintió que encajaba perfectamente con la nada y el vacío cuando les dijo: "Todo esto es mío".

La noche llegó callada y se sentó a su lado, a ella le contó sobre sus momentos más apasionados. Logró que la luna se ruborizara y que más de una estrella suspirara al escuchar sus aventuras pasadas. El tiempo volvió a ser su aliado.

Por momentos pensó que la despedida había tomado vacaciones, más se equivocaba. Lo esperaba a la puerta sintiéndose culpable del trabajo que, antes de aquel momento, con indiferencia realizaba. Él le otorgó una mirada compasiva y se puso de pie. No quería hacerla sentir como una intrusa usurpadora de la dicha que le embargaba, saldría con la misma gallardía con la que había llegado.

Lágrimas y sonrisas adornaron su partida. Les prometió a todos que volvería ¿Cuándo? Eso no lo sabía. Pero volvería.

A nadie contó que aquel fue el día, la tarde y la noche, que el cielo fue por él conquistado.

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