Lo ideal es no estar
pensando demasiado lo que ya se pensó, sobre todo si dichos pensamientos tratan
sobre asuntos que no se van a resolver pensando. Sí, porque si se piensa sobre
cómo resolver un cálculo matemático en el área científica, ingeniería,
arquitectura, contabilidad; o se pretende resolver un caso legal siendo abogado
y por consiguiente se está definiendo cuál será la mejor estrategia… puede que
sea necesario pensar algo más que lo habitual. Más, aún en esos casos, el
pensamiento debe poseer ciertas cualidades, las ideas deben discurrir por la
mente de modo fluido, nunca obsesivamente repetitivo, deben aportar algo nuevo
y proporcionar la sensación de bienestar que produce el saber que estamos
llegando a la solución de aquello en lo que estamos sumergidos. Sin embargo, la
mayoría de las veces dichos pensamientos perjudican más de lo que benefician.
Porque el pensamiento es altamente efectivo para indicarnos el camino en este
momento y regularmente, cuando se piensa sobre una situación equis más de una
vez es porque se está dando vueltas y vueltas como el perrito que intenta
morder su propia cola.
Ahora bien, una ayuda
idónea para utilizar el pensamiento de modo eficaz es dedicarle tiempo a la
meditación dirigida y una de las formas más sencillas es pensar en cosas
buenas. Sí, eso de lo bueno puede ser relativo, lo que uno piensa que es bueno
a veces no es bueno para el otro, pero me refiero a cosas verdaderamente
buenas. Por ejemplo: ayudar al necesitado, regalar una sonrisa, desear el bien
a todos los que nos rodean, enviar vibraciones positivas a los enfermos en los hospitales,
a los que sufren la guerra, a los encarcelados, etc. Y lo mejor es ser
creativo: pensar en al menos una sola forma en que puedes hacer algo bueno por
alguien en este día. Comienza por ti… piensa en algo que puedes hacer por ti y
llévalo a cabo: hacer ejercicios, comer saludable, leer un libro interesante u
orar por tus proyectos, por tu familia, por la humanidad. Como dice el apóstol
Pablo en las escrituras “… todo lo que es verdadero, todo lo honorable, todo lo
justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre, si hay
virtud alguna, si hay algo que merece alabanza, en esto pensad” (Filipenses
4:8). Entonces el Dios de paz estará siempre con nosotros cuando pensemos en
todo lo bueno.
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