martes, 30 de enero de 2018

Todo es filosofía.

La filosofía es la madre de todo conocimiento que alberga el hombre. Todo lo que existe contiene una filosofía, una razón de ser… he ahí el detalle, la filosofía es la razón de ser de todo lo que sucede. Por ejemplo: un individuo que sale a la tienda a comprar una camiseta azul, porque ese es su color favorito y le hace sentir bien vestir prendas con ese color… eso es filosofía; una doñita que no deja a sus hijas adolescentes usar pantalones cortos, porque piensa que eso no es cosa de mujeres serias… eso es su filosofía de vida, una filosofía moralista en la que ella cree y sobre la cual ha racionalizado; un señor que piensa que el ahorro es la forma correcta de garantizar un mejor futuro y otro que piensa que la vida hay que disfrutarla y no estar guardando para mañana lo que se puede gastar hoy, aunque ambos sean amigos, tienen distintas filosofías, es decir, distintas maneras de ver la vida. Al final todo es filosofía, a veces profunda, otras veces superficial, pero todo es filosofía.

domingo, 28 de enero de 2018

Ni bien ni mal.

La vida simplemente es y nada más. Es una amalgama de colores, trillones de pensamientos de todos los seres humanos y un mundo soberanamente hermoso  que para nosotros fue creado. Juzgar cada acción que hagan los demás es algo a lo que le veo poco provecho: observo, si puedo aprendo y si creo que no conviene lo esquivo y lo dejo pasar. Considero que sería una verdadera pérdida de tiempo el vivir juzgando lo que está bien o lo que está mal.

sábado, 13 de enero de 2018

Limones de alacena

Esta historia ocurrió en la alacena de la cocina de un restaurant chino cualquiera en la que había un rincón al que llamaban "la Limonera". Un limón gritó a otro limón: "Mira tú limón, sí tú, que hasta medio amarillito estás, ¿tú no crees que va siendo hora de que dejes de esconderte cada vez que viene el cocinero?". El limón no se dio por aludido y rodó despacio alejando su redondez de aquel molesto limón. "Es contigo que estoy hablando limoncito, ¿para dónde crees que vas?, tú crees que yo no sé lo que te propones, que te pasas todo el tiempo agachándote y escondiéndote desde que abren la alacena para que el chinito no te vea; y sacan limones, sacan limones, sacan limones, pero tú sigues aquí… ¡será mejor que te pongas donde el chinito te vea!". El otro limón, con aire de timidez contestó al limón que lucía exacerbado: "¿Te diriges a mí?", a lo que el primero contestó con marcada ironía: "no, no, no, estoy hablando con la canela". El tímido limón suspiró algo confundido: "¡ah!, perdón, pensé que era conmigo… es que como te oí gritar la palabra limón…". "Mira limoncito, no te hagas el bobito, sabes bien que es contigo el asuntito" –gritó el limón exacerbado, mostrándose cada vez más enfadado. El tímido limón contestó: "pues yo sólo hago lo que hace un limón de alacena, todos quieren vivir y ser felices y hago lo mismo hasta donde pueda, ¿qué hay de malo en querer seguir viviendo esta vida limonera?". El limón exacerbado replicó: "¿Que qué hay de malo? ¿Que qué hay de malo? ¿Te parece poco que hayas sobrevivido a tantos y tantos buenos limones cuyos destinos han ido a parar a ser parte de algún condimento, un brebaje raro o hasta en la mascarilla que la chinita se pone en la cara? ¡Eso es humillante! O… cuidado si te has llegado a creer que eres un limón de verdad, un limón que vale la pena". El tímido limón replicó: "hasta donde yo tengo entendido sí soy un limón igual que tú". El limón exacerbado se enfureció al escucharlo hablar y gritó a todo pulmón:"¿¡igual que yo!? ¡Debes estar loco! Yo sí que soy un verdadero limón, mírame nada más, que cáscara tan verdecita tengo, tan suave y lisita… tan redondita. Yo sí soy un limón, un limón lleno de agrio y acidez, con mi familia han preparado jugos para presidentes y  gente importante. Dizque igual que yo, dizque igual que yo. Yo que soy un limón con poca semilla y mucho jugo. Yo quisiera que abran esa alacena otra vez y te escondas de nuevo, te voy a sacar todas las semillas de un solo trompón, te voy a exprimir de un apretón, te voy a…". En ese momento abren la alacena y una mano agarra al limón exacerbado que cambia su tono de irritado a asustado: "Chinito, chinito ¿por el dios de los limones, ¿qué estás haciendo chinito? No es a mí a quien le toca, es aquel limón medio amarillito, dile limón, dile limón… limóóóóón". Así fue como se llevaron al exacerbado limón y lo exprimieron dentro de un caldero en que prepararían un arroz con camarones. El tímido limón siguió escondiéndose en la alacena hasta que se puso tan amarillo y maduro que un día el chinito lo sacó y lo arrojó al patio donde sus semillas la tierra cubrieron y con el tiempo nació un limonero.
Moraleja: deje de interesarse por la vida de su vecino y ocúpese de los asuntos de su propia vida antes que el tiempo lo exprima.

lunes, 8 de enero de 2018

Te invito a regalar vida.

¿Sabías que tienes el poder de regalar vida? Sí, lo tienes, es parte de las grandes cualidades que posees, pero tienes que saber usar dicho poder. Lo primero es que cuando regalas vida no estás regalando algo que tienes guardado, no es algo tuyo privado ni le estás restando energía a tu vida sino todo lo contrario. Cuando regalas vida a otros seres vivientes también le regalas vida a tu propia existencia. La vida es esa energía cósmica que circunda el universo y está por todos lados: es energía pura, gratuita y eterna. Pero, ¿cómo regalamos vida? Cada gesto, acción, obra o pensamiento que ejecutamos es una oportunidad para regalar vida, es sólo cuestión de hacerlo con amor y buena voluntad, con deseo sincero de servir y creyendo firmemente que hasta el más pequeño de tus pensamientos tiene el poder de llevar salud, fortaleza, consuelo y alegría a aquellos en quienes piensas y a la humanidad en sentido general. Cuando sirves a tus semejantes de buen modo y con agrado, estas regalando vida y energía, porque aumentas el valor de sus existencias y consecuentemente aumentas el valor de tu propia vida. Una sonrisa, un "buenos días", un estrechar manos o llevar a cabo con agrado tu trabajo, todas son oportunidades de regalar vida y de sembrar vida a tu alrededor. En este día, recuerda y tenlo presente, cada una de tus acciones es una magnífica oportunidad de regalar vida.

sábado, 6 de enero de 2018

El niño que no creía en Reyes Magos. (Microcuento)

Los tres Reyes Magos: Melchor, Gaspar y Baltasar, llegaron en sus camellos a la casa de un niño que se había portado medianamente bien durante el año pasado. Le llevaban un trencito de madera y un  camión de bomberos de los que se manejan a control remoto. Debajo del árbol de navidad encontraron un sobre cerrado dirigido a ellos y dentro del sobre hallaron una nota escrita a mano que decía: "Queridos papá y mamá, ya tengo nueve años de edad y no creo en los Reyes Magos. Sé que son ustedes quienes me compran mis juguetes y regalos, así que por favor les pido que me dejen un trencito de madera y un camión de bomberos a control remoto. Los quiero mucho, su hijo". Melchor, Gaspar y Baltasar se pusieron muy tristes porque aquel niñito no creía en ellos y, luego de revisar el código de los Reyes Magos, comprobaron que les estaba prohibido dejarle regalos a los niños que ya no creían en ellos. Fue así como salieron de aquella casa sin dejar juguetes y nunca más volvieron por ahí.

Moraleja: si no te dejaron los reyes, seguramente hace rato dejaste de creer en ellos.