domingo, 21 de mayo de 2017

Empapado de ti.

Y caminé bajo la lluvia escuchando el repicar de cada gota en el pavimento tan mojado, y cada repicar bailaba al compás de los demás para decir tu nombre y describir el aroma de tu perfume que se resistía a escurrirse de mi piel.

La lluvia intentaba adueñarse de mis sentidos: de mi gusto, de mi tacto, de mis oídos. Estaba celosa de ti y del aroma que permanecía intacto sobre mí. Tu fragancia abrumadora que conservaba la tibieza que se había mudado a mi epidermis horas y horas y el agua se evaporaba al rozarme, ¡tan tibio me has dejado!, nada podría enfriar mi existir. Pero la lluvia insistía, quería hacerse dueña mía, y entraba en mi boca con ráfagas de viento, pretendiendo enjuagar mi paladar y robar el sabor de tus besos que estremecían el entorno por el cual debía caminar, haciéndome querer volver sobre mis pasos, correr a tu lado, fundirme en tu abrazo… ¡Pobre lluvia soñadora!

Y arreció el aguacero, se confabularon las nubes para borrarte de mí. Tanta agua caía que en un instante deduje que ya te olvidaría, que la magia de tu aroma se desvanecería y la lluvia sería la única dueña mía.

Pensamiento fugaz, cometa vacilante que ilumina el firmamento de los corazones húmedos de perfume enamorado, chispa destellante que enciende el fulgurante escenario que yace oscuramente silencioso bajo el telón y así, como rayo fulminante, como trueno estruendoso que retumba, así llegó de nuevo tu fragancia a mis sentidos, tu sabor a mi boca, tu dulce voz a mis oídos.

Y se impuso tu amor una vez más despejando los densos nubarrones y pintando estrellas por doquier… ¡amor de mujer!

Y el viento se volvió tierna brisa que susurraba tu nombre y fue tu amor el arcoíris que condujo mis pasos al tesoro de recuerdos duraderos.

Vendrán otros aguaceros, otras lluvias buscarán arrancarte de mí… ¡insensatos aguaceros! Esta noche tengo el gusto de tu ser en mis papilas gustativas, el aroma de tu perfume en cada poro y el dulce canto de tu voz en mis oídos… tan profundamente estás en mí… esta noche dormiré empapado de ti.

Dudas de mujer.

Musitas a mi oído que eres mía y esperas que responda de igual manera. Si callo deduces frialdad en mis sentimientos, si hablo no consigo que veas, que percibas, que creas.  Si acaso me has querido… quizás lo he merecido. Si mañana me has olvidado… posiblemente me lo habré ganado.

Hablarte de amor sin definiciones lo intenté, sin convencerte, una y otra vez, tanto te quise, tanto te amé. El resultado estaba a la mano tan pronto planteamos la ecuación… te amaría toda la vida si sólo me dieras un trocito de tu corazón. Desvestiría tu silueta con inquietas miradas cada mañana y cobijaría tu alma de verdades transformadas en claveles… si lo quieres.

Nada busco, nada espero, tenerte sobrepasa lo más ferviente de mi deseo… y tú todavía dudas si te quiero.

Es la naturaleza corazón, ¿es vano  soñar cambiarla para ti? Pídelo, haz que haga lo que tú quieras, si tus labios ordenan podría hacerlo de diversas maneras, pero sólo si te entregas. Haría que me creyeras, que vieras en mis ojos la desbordante pasión que provoca tu ser a mi existencia… verías en mi piel que cada poro es una fuente de amor que interpreta canciones de sudor para tus oídos y notarías en todo mi ser que aspiro a vivir la vida entera sólo contigo.

Aspiraciones vanas las mías si alguna vez tienden más que ahora a desaparecer por el poder de las dudas de mujer.