Hoy quiero revelar uno de los secretos que me ha permitido vivir feliz, con mucha alegría, el 99% de la vida mía. Es algo que Dios me dio porque sí, porque él así lo quiso, y hoy quiero compartirlo contigo, porque sé que tú también lo tienes, aunque no lo hayas descubierto todavía. He escuchado a varios poetas y compositores decir que les resulta más fácil escribir cuando están tristes, es decir, cuando los han botado o ellos han botado sin querer del todo hacerlo, que cuando están felices. Es algo sobre lo cual yo ya había meditado profundamente antes de que escuchara al primero de los colegas decir su parecer al respecto. Lo que me hizo pensar sobre el tema es la enorme cantidad de canciones tristes que son éxitos clásicos y forman parte del gusto de la gente. Hace años, un día cualquiera, me puse a revisar mis cuadernos de canciones y a contar cuántas de ellas hablaban de amor y cuántas de desamor... Noté que iban casi parejas, pero, las de desamor eran algunas más. Aunque dichos cuadernos también tenían varias otras canciones y poemas que no hablaban del amor de parejas propiamente dicho sino que hablan de Dios, la patria, mi madre, mi hija, bromas y parodias, la vida en general, etc. y si contaba ese último grupo, pues sobrepasaban por mucho a las canciones de desamor. Saber ese dato como que me permitió sentir que no albergaba yo tanta inclinación a escribir canciones y poemas de desamor como marca la tendencia mundial, o al menos lo que indica la mayoría de las canciones que alcanzan los primeros lugares del hit parade en cualquier tiempo y temporada. Aún así, me preguntaba el porqué de la proliferación de canciones de desamor, ¿por qué tanta gente escribe sobre temas tristes? La respuesta que hace años formulé es que, en primer lugar, cuando se está felizmente enamorado se invierte el tiempo en estar acompañado del ser que ha provocado ese amor: amando, sonriendo, paseando o jugando… no queda mucho tiempo para ponerse a escribir. En segundo lugar, al menos así lo he hecho yo, cuando se escribe sobre cualquier tema que causa tristeza se encuentra una forma de sacarla de adentro y plasmarla en el papel o en la computadora y de ese modo crear una especie de antídoto o vacuna contra la tristeza, lo cual es una ventaja si lo vemos desde el punto de vista humano, es decir, desde la perspectiva que, como dice una canción de los Fabulosos Cadillacs: "en la vida no queremos sufrir, no no… queremos tocar el cielo". Revisando mis cuadernos también llegué a la conclusión de que podía medir cuánta tristeza me había causado un rompimiento amoroso si calculaba el número de canciones y/o poemas que escribía sobre el tema. He repetido a mis amigos, medio en broma y medio en serio, que sé cuánto quise a una mujer dependiendo de cuántos escritos me inspiró su lejanía cuando sentía que ya no formaría parte de la vida mía. Hasta ahora siento que es así, hay sentimientos que son difíciles de extraer del corazón, pero, al menos se puede apaciguar el dolor que producen, cuando lo producen, escribiendo sobre ellos, dejando que sea el papel el testigo presencial de lo que sentimos, aunque nadie más lea eso que con tristeza escribimos. Algunos hablan a un amigo o amiga sobre lo que sienten, otros acuden a los líderes espirituales de sus congregaciones y hay otros que son tan herméticos que no se lo dicen ni a ellos mismos. En mi caso, nunca le he hecho mucho coro a la tristeza, las veces que ha llegado a mi vida me aprovecho de ella y me pongo a escribir. A veces me sorprendo al notar que con dos o tres poemas la tristeza se ha disipado, en casos extremos no llega ni a media poesía, y otras veces son cinco o seis canciones o poemas los que se convierten en chalecos o botes salvavidas para ayudarme a flotar entre la tristeza y el pesar. No voy a decir cuál es el récord de canciones que alguien me ha inspirado, porque no lo sé, no las he contado ni creo que lo haré. Porque cuando escribo de tristeza lo hago para borrar y olvidar sentimientos que de lo contrario pueden causar dolor, no para aferrarme a lo que ya no existe sino para olvidarme de lo que ya no será. Hasta ahora siempre me ha dado buen resultado, muchas veces hasta he celebrado el poema recién llegado o la nueva canción, y me causa alegría, mucha alegría, cuando sus letras ya no me parecen tristes sino consoladoras, porque al final ninguna situación puede ser tan triste que no contenga algo de consuelo, de aprendizaje, o hasta algo de mejoría en su interior. Así que, la próxima vez que te sientas triste, aunque sea un poquito, no desperdicies la oportunidad de escribir sobre lo que sientes. No tiene que ser una canción o una poesía, puede ser un escrito de cualquier género o forma, un artículo, una composición, un ensayo, un aforismo, un refrán o un breve pensamiento. Sólo debes permitir que tu corazón hable por ti y sacar esos sentimientos que pueden causar dolor, verás que al final de la jornada te vas a sentir mucho mejor. ¡A escribir se ha dicho! Cero tristeza y un millón de alegrías… de eso se trata la esencia de saber vivir la vida.
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