Dentro de mi filosofía de vida está el ejercer mi derecho inalienable de elegir la forma en que entiendo que me conviene vivir, es una conveniencia flexible, adaptativa, variada y limitada sólo por la prudencia, el respeto al derecho ajeno, y, no siempre, la cordura. Una de las prerrogativas que gracias a Dios me he concedido es la de crear un portafolio personal con un millón de planes que algún día pretendo realizar. Sí, yo sé que una sola vida no será suficiente para llevarlos a cabo, pero eso es lo de menos, vivo un día a la vez y en este día sólo puedo hacer lo que Dios, el tiempo, la vida y mi disposición me permitan hacer. Son planes acordes con mi paz interior, porque sé que solamente podré hacer aquellos que me sea permitido hacer; Aferrarme a algunos de esos planes no es una opción porque necesito plena libertad de acción y pensamiento para llevar a cabo los que tengo al alcance de mi mano. Son prioritarios los que considero más viables y que puedan brindar aportes o beneficios a la vida en sentido general: buscando amar a mi prójimo como a mí mismo me amo. Amar a Dios y ser feliz son mis más tangibles realidades y por lo tanto no son planes, lo dicho: son mis realidades. Mientras tanto, en este día pondré lo mejor de mí en seguir construyendo las posibilidades para la elaboración oportuna de mi millón de planes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Si lo dices...sabré qué piensas.