A orillas de una concurrida carretera se agrupaban varios sapos jóvenes intentando calcular cuántos saltos tenían que dar para cruzar al otro lado. Un viejo sapo que los observaba emitió un sonido que evidenciaba su desaprobación. Uno de los sapos jóvenes comentó: "el viejo Bonifacio no está de acuerdo con lo que queremos hacer… dice que ya ha visto demasiados sapos perder la vida en el intento". Otro sapito replicó: "quien quiera quedarse de este lado que se quede, pero yo sí que voy detrás del sueño del gran sapo dorado". Algunos quedaron rezagados pero la mayoría siguió el camino hacia el otro lado.
Más de treinta sapos saltaron a la carretera, unos morían aplastados por las ruedas de camiones u otro tipo de automóviles que cruzaban a gran velocidad; otros quedaron heridos en mitad de la carretera y sólo unos pocos lograron cruzar. Aquellos sapos que cruzaron quedaron sorprendidos al encontrar a varios sapos jóvenes que discutían del otro lado sobre lo que tenían que hacer para cruzar la carretera hacia el lado desde el cual ellos habían llegado y poder alcanzar el sueño del gran sapo dorado.